jueves, 9 de abril de 2020

MEDITACIÓN: JUAN 13, 1-15

Les he dado ejemplo, para que… también ustedes lo hagan. (Juan 13, 15)

Qué espléndido ejemplo de amor y humildad nos dio el Señor: ¡El Rey del Universo y de todos los reyes se inclina para lavarnos los pies, como un servidor! ¿Quiénes somos nosotros para que el Señor de toda la creación se preocupe de cada uno? En esto se ve la extraordinaria naturaleza del amor de Cristo: Es tan grande y perfecto que lo movió a humillarse por causa nuestra.

Pero ¿acaso no hemos repetido nosotros mismos las palabras de San Pedro tratando de impedir que el Señor nos dé lo que necesitamos? Tal vez pensamos que no merecemos semejante amor, o tal vez creemos que en realidad no necesitamos que él nos lave y nos purifique. Pero a cada uno Jesús nos dice: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo” (Juan 13, 8), o sea que, si no le permitimos cuidarnos y purificarnos, terminamos separados de él.

Jesús quiere lavarnos, tanto en el Bautismo como en el diario vivir, de manera que entremos en su presencia y experimentemos su abrazo transformador. Aceptar este ofrecimiento significa aquietar el corazón y la mente; hacer un alto en los quehaceres diarios y presentarse ante el Señor con actitud de paz, reconociendo lo mucho que lo necesitamos. Por supuesto tenemos innumerables deberes y obligaciones que realizar cada día, pero si dejamos que estas cosas saturen nuestro día, no tendremos lugar para el Señor y perderemos todo lo que él quiere hacer por nosotros.

Hoy iniciamos el Triduo Pascual, los tres días en los que recordamos y celebramos la redención que Jesucristo, nuestro Señor, logró para todo el que quiera creer en cualquier parte. Si dedicamos tiempo extra para permanecer en presencia de Jesús en las diversas liturgias que se celebrarán este fin de semana, le daremos al Señor la oportunidad de lavarnos nuevamente los pies y purificarnos y él podrá actuar libremente en nuestro corazón, y toda vez que hacemos eso, nos vamos transformando un poco más según su propia imagen y nos llenamos algo más de su amor y su poder. Así nos haremos siervos del Señor en el mundo, capaces de lavarles también los pies a nuestros semejantes.
“Señor mío Jesucristo, en este Triduo Pascual quiero unirme más que nunca a ti, Señor, y entregarte todo mi corazón.”
Éxodo 12, 1-8. 11-14
Salmo 116 (115), 12-13. 15-18
1 Corintios 11, 23-26
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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