jueves, 22 de marzo de 2012
22 de Marzo - Reconociendo el Señorío de Cristo
Cuarta semana de Cuaresma
Jueves Eucarístico
Nuestro retiro continua acompañando a Jesús en Jerusalén.
El pueblo esperaba un Mesías triunfador,
El llega de Jericó montado en un burrito, habiendo pasado previamente por Betania (casa del pobre!), acompañado por una multitud de gente, entre los que se encontraban personas harapientas. Muchos indecorosamente tiraron por tierra sus ropas!
Las personas que lo acompañaban no se callaban!
Si se callasen, las piedras gritarían. Cf. Lc 19,40
El Evangelio presenta el discurso sobre la ruina de Jerusalén y la vuelta del Señor en el fin de los tiempos (Mc 13,1-37).
Sabemos que un pueblo que no acoge al Salvador va a las ruinas.
Un pueblo que no acoge al Salvador no sabe transformar sus esperanzas.
Las personas se cerraron a los llamados de Dios.
La verdadera religión envuelve a las personas por entero.
Se trata de colocarse debajo de la acción de Dios, aún en contraste con los poderes del mundo. Su relacionamiento con toda la vida tendrá siempre la luz del amor de Dios.
Los cristianos no formarán un reino propio en la tierra, serán siempre llamados a constituir una comunidad abierta a todos, donde el amor a Dios y al prójimo estarán siempre presentes:
“No existe otro mandamiento mayor que éste” (Mc 12,31).
La práctica de los mandamientos y la fidelidad estricta a Dios provocarán reacciones. Si fuese necesario, el cristiano, del mismo modo que Cristo, debe estar presto inclusive a morir para vivir esta vida nueva:
“Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: «Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo». En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección». En seguida el Espíritu lo llevó al desierto”
Mc 12,1-12
Con el texto que fue leído, haz tu oración tomando posición delante de Jesús y buscando las formas más adecuadas para dar testimonio auténtico de tu Fe. Aún si todo estuviese bien, nuestra sinceridad descubrirá pasos a ser tomados y que pueden transformarse en un buen propósito de vida, como fruto de la cuaresma.
Cuaresma Eucarística: estar de rodillas es la mejor posición para resolver los problemas del mundo! Aún si alguna dificultad de salud te impide quedar físicamente arrodillado, ponte en posición de adoración, pues es en el reconocimiento del Señorío de Jesús, amado, adorado y alabado, que podremos abrirle el corazón y acoger sus gracias.
Recuerda que la adoración eucarística en éste tiempo es por las vocaciones sacerdotales y por la santificación de los sacerdotes.
Precisamos sacerdotes santos, según el Corazón de Cristo.
Si no te es posible ir a la Iglesia para esta delante de Jesús Sacramentado, únete a su Presencia, en todos los sagrarios del mundo y haz tu adoración.
La liturgia de éste día:
Ex 32,7-14
Salmo 105 (Puedes reflexionar el Salmo 105 en nuestro Blog)
Juan 5,31-47
"En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»
(puedes usar de nuestro Blog Lectura Orante de la Palabra)
Fuente: Retiro Popular de Cuaresma 2012
Mons. Alberto Taveira Corrêa
Editora Canção Nova
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