Estamos nuevamente en setiembre y pareciera que este año ha transcurrido raudamente sin dejarnos tiempo de respirar.
Lo lindo de este mes es la Primavera que consigo trae las más bellas flores, los pájaros que migraron regresan cantando las más bellas canciones felices por esta maravillosa estación. Los árboles estrenan trajes nuevos de impecable color verde, como engalanados para recibir a tan hermosa señora.
Vemos también a las personas como más felices, con nuevas esperanzas y más fe.
Pero me detengo aquí para hacerte una pregunta: ¿La Primavera llegó así de fácil? ¿Fue en un abrir y cerrar de ojos que las plantas dieron sus flores y frutos?
¡No! Como dice el Papa Francisco: “No hay nada fácil en la vida”.
¡No! Como dice el Papa Francisco: “No hay nada fácil en la vida”.
Y es así mismo. Para que llegue la Primavera fue necesario pasar antes por un duro otoño y un crudo invierno.
El otoño es la estación que se caracteriza por el “perder”, porque es donde los árboles pierden todas sus hojas y quedan desnudos, desprotegidos y sin nada. Y cuanto más desprotegidos se encuentran llegan sin piedad el crudo invierno, la estación que no se compadece de nada ni de nadie, la que con toda la frialdad que lo caracteriza va en pos de alguna victima. Sólo el más fuerte sobrevive.
Así también sucede en nuestras vidas, necesitamos pasar por duros otoños, donde perdemos todo lo que creíamos tener, todas nuestras seguridades… Para que luego llegue el cruel invierno que también sin compadecerse de nuestro nada se arremete con todo sobre nosotros, estos son los momentos difíciles que todos pasamos, pero que son necesarios para que por fin la Primavera llegue a nuestras vidas.
Es necesario perder para ganar, perder las hojas viejas que muchas veces impiden el paso de nuevas hojas en nuestras vidas. Muchas veces tememos que perder nuestras hojas, pensando en el frio invierno que se acerca, pero es necesario dar lugar a lo nuevo que Dios nos prepara. En el otoño de la vida deja tus hojas caer para que cuando llegue la Primavera puedas feliz florecer.
Así también necesitamos vencer el cruel invierno, los momentos de difíciles pruebas, de sufrimientos, de soledad, de abandono… Por que solo después del invierno llega la Primavera.
Recuerda, es necesario pasar por el otoño y el invierno para dejar entrar a la Primavera; así también Jesús debió pasar antes por la Cruz para poder resucitar.
Para vencer el frio invierno de la vida no te fíes de tus propias fuerzas, abandónate en Dios y Él hará llegar la Primavera en tu vida.
Luz Torres
fuente: www.cancionnueva.com
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