Hoy hablamos mucho de pobreza o de retornar a los verdaderos valores del evangelio. Lo que San Francisco de Asís emprendió en el siglo XIII nos podría inspirar muy bien a nosotros, hombres de nuestro tiempo. La sociedad de hoy amenaza con destruírse a sí misma en muchas partes del mundo por su misma ideología y prosperidad; incluso en países en desarrollo se imponen necesidades artificiales sobre el pueblo, con pérdida de los más profundos valores de Dios y del mismo pueblo. Lo que necesitamos es no solamente hablar sobre pobreza y sobre vida evangélica, sino vivir responsablemente nuestra vida cristiana conforme a los valores del evangelio.
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