«Tú, perdónalo»
«El amor disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites» (1C 13,7). Con ello el apóstol Pablo nos quiere enseñar que si esta virtud se puede mantener con una firmeza tal, es porque está unida a una paciencia a toda prueba. Y dice más: «Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz» (Ef 4,2).
No es posible mantener la unidad ni la paz si los hermanos no se esfuerzan en practicar la tolerancia mutua y el vínculo de la concordia, gracias a la paciencia. ¿Y qué decir aún de no jurar, ni maldecir, de no reclamar lo que nos han quitado, de presentar la otra mejilla a quien nos bofetea, de perdonar al hermano que ha pecado contra nosotros, no solamente setenta veces siete, sino todos sus errores, amar a nuestros enemigos, orar por nuestros adversarios y por los que nos persiguen?
¿Cómo conseguir todo esto si no se es firmemente paciente y tolerante? Es lo que hizo san Esteban cuando, en lugar de clamar venganza, pidió misericordia para sus verdugos diciendo: «¡Señor, no les tengas en cuenta este pecado!» (Hch 7,60).
San Cipriano (c. 200-258)
obispo de Cartago y mártir
Los Beneficios de la paciencia
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