viernes, 10 de abril de 2020

MEDITACIÓN: JUAN 18, 1—19, 42

Aquí está el hombre. (Juan 19, 5)

¡Gracias Cristo Jesús, porque por tu santa cruz has redimido al mundo! Gracias por los clavos que te atravesaron las manos y los pies y por la lanza que te traspasó el corazón. Atraviesa mi corazón con tu amor, Señor, y enciende en él un fuego de amor por ti, que queme en mí toda oscuridad.

Gracias, Jesús, Salvador mío, por tu corona de espinas. Yo quiero coronarte como Rey mío, Rey de reyes y Señor del universo. En la cruz fuiste levantado con intenciones perversas; ahora yo te bendigo y te exalto como Dios y Señor ¡con vítores de alabanza y adoración!

Gracias, Jesús, Cordero de Dios, por los azotes que soportaste. Ayúdame a resistir la injusticia con tu paciencia y, como sé que mi pecado sigue causándote dolor, enséñame a huir del pecado y buscar la santidad todos los días de mi vida.

Gracias, Jesús, Maestro compasivo, por la sangre y el agua que fluyeron de tu costado, para purificarme y cubrirme con tu misericordia. Lava todos mis pecados hoy, Señor. Derrama tu sangre preciosa sobre todos los fieles y especialmente los que no te conocen, para que experimenten la vida que procede solo de tu Persona.

Gracias, Jesús, Libertador, por romper en la cruz las ligaduras del pecado que me tenían atado. Renuncio a todos los pecados de mi vida, y pido que sean clavados en la cruz contigo ahora mismo.

Gracias, Jesús, Unigénito del Padre, por haber resucitado de entre los muertos. Tú me has resucitado contigo en el Bautismo y me has comunicado una vida nueva mediante tu Espíritu Santo. Cada día puedo participar en tu muerte y resurrección diciendo ¡no! a las cosas que te ofenden y ¡sí! a toda la gracia y la bendición que tienes reservadas para mí.

Gracias, Jesús, Dios y Hombre verdadero, por tu Evangelio de justicia, por tus milagros de bondad, por tus sacramentos de vida y por tu Iglesia salvadora.

Gracias, Jesús, Señor y Dios nuestro, por tu muerte redentora, por tu resurrección gloriosa, y por el don inestimable de la Sagrada Eucaristía.
“Ven, Espíritu Santo, abre mis ojos para contemplar la gloria de la cruz.”
Isaías 52, 13—53, 12
Salmo 31 (30), 2. 6. 12-13.
15-17. 25
Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

fuente Devocionario católico La Palabra con nosotros

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