viernes, 19 de abril de 2024

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 6,52-59


Evangelio según San Juan 6,52-59
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".

Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.

Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.

Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".

Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos, paz bien.

Hablábamos ayer de los ritmos de Dios, y Saulo – Pablo es un claro ejemplo de cómo actúa Él. Cuando más claro parecía el camino del perseguidor, un encuentro, casi un encontronazo, reorienta sus pasiones. Toda la energía dedicada a perseguir a los cristianos la vuelca en anunciar a los judíos que Jesús es el Hijo de Dios. Para Dios no hay nada imposible. Insiste a tiempo y a destiempo, para que escuchemos su voz. Y si no paramos, a veces nos da un “empujoncito”.

Ananías, el enviado de Dios, se fía poco de Pablo. Normal. Con semejante currículo, no había muchos motivos para acercarse al perseguidor. Antes bien, cuanto más lejos, mejor. Pero, al final, confía, y se convierte en portador del Espíritu para el pobre Pablo, que estaba sometido a un ayuno forzado por las circunstancias. Se convierte en un ángel, un enviado de Dios, para comunicarle la misión. Y, desde el comienzo, la angustia y el desconsuelo. (“Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre”)

Unirnos a Dios para ser plenamente nosotros. Entrar en la vida eterna de Dios, al compartir su Cuerpo y su Sangre. Alimento para el camino, para poder, como dice el salmo de hoy, “ir al mundo entero y proclamar el Evangelio”. Donde estemos (en casa, en el trabajo, en la calle…) podemos ser testigos. Para eso, hace falta tomar parte en los sacramentos, hacerse uno con Él. Está siempre disponible, accesible, dispuesto y preparado para hablarnos y hacerse uno con nosotros. Ser ángeles para los demás. Llevarles el Espíritu de Dios.

Jesús, al que Saulo perseguía, nos invita, mientras seguimos por el camino de la Pascua a tomar su Cuerpo y su Sangre. Verdadera comida y verdadera bebida, para vivir eternamente. Lo que celebramos el Jueves Santo se repite cada día. No dejes pasar la oportunidad. Sé un ángel para todos.

Nuestro hermano en la fe,

Alejandro Carbajo, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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