La impureza de corazón consiste en separarse de Dios. Un corazón impuro nunca está satisfecho; desea conseguir siempre más, pero contando con sus propios recursos. La impureza de corazón mancha, corrompe la conciencia, destruye la coherencia de vida y conduce a la muerte espiritual. Esta impureza puede adoptar muchas formas. Cualquiera que sea la fuerza o la idea que dirige nuestra vida, si no es Cristo, entonces estamos viviendo en la impureza.
Jesús le dio mucha importancia a la pureza del corazón; incluso la hizo objeto de una bienaventuranza. Pero, ¿cómo alcanzarla? Las enseñanzas evangélicas nos ayudan a ello.
Fray Manuel Ángel Martinez Juan
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