Señor cuyo Amor Bendice y acompaña en todo momento,
Señor cuya Gracia todo lo renueva con poder;
Creo que hoy, como siempre los has hecho,
estarás sosteniendo mi andar;
Sé que sin Tu aliento nada permanece,
nada subsiste, nada se mueve;
Por eso, desde éste,
mi despertar al día,
clamo Tu protección:
¡Envía desde el Cielo esa Lluvia de Bendición que es Tu Espíritu!
Derramate en abundancia!
Empápame, ¡Sumérgeme dentro de Ti!
y lleno de aquello que es Tu misma Gracia,
dame probar la dulzura de Tu Amor que no pasa.
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