Este miércoles estábamos en familia, -me refiero en Familia Piedras Vivas-, reunidos en lo que llamamos “Patio de María”, una experiencia que solemos repetir los veranos, cuando el calor santafesino aprieta y aprovechamos para recrear entre nosotros el “patio de mamá María”.
Nada hacía presagiar un patio distinto, aunque sí lo tenía porque estábamos reunidos en un verdadero patio, el patio donde nació nuestra comunidad. Estábamos bajo las mismas estrellas de aquella vez, bajo el mismo manto, pero claro, viviendo una experiencia nueva. Nueva incluso porque esta vez estaban entre nosotros los más pequeños de la familia, estaban algunos de los hijos pequeños de los nuestros.
Teli se encargó de la sencilla organización de la noche. Todo encaminado nos sumergimos en una oración alegre de alabanza y gozo. No podíamos dejar de agradecer cada acontecimiento y gracia vivida en el último año. Era como si el Señor pusiese en nuestras mentes, en nuestra imaginación, en nuestro corazón la película de “Su paso” entre nosotros. Fue en ése clima de acción de gracias que comenzamos a contemplar los misterios del Santo Rosario, -raíz del “Patio de María”.
Estaba con los ojos cerrados, sereno, guitarra en mano, cuando la voz de una de las pequeñas me susurra al oído: “Miguel, antes que cantes algo, Dios quiere que diga algo, ¿sabes?” y entreabriendo los ojos, la vi dirigirse nuevamente a los brazos de su mamá, brazos de donde había salido.
Reconozco que ni siquiera intuía qué podía suceder, pero había algo en el timbre de esa voz que me hacía estar expectante. Cuando terminamos de recitar el segundo misterio, en el silencio de la noche, la voz suave de la pequeña, como susurrando, pero sin temor alguno quebró la noche:
“Dios dice que miremos lo bueno y no lo malo”
Un “¡Amén! exploto en nuestros labios.
Ella siguió en los brazos de su madre. Serena. Su carita tenía la frescura de la paz.
Yo comprendí que estábamos viviendo la profecía de Joel.
“Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán….”
Y comprendí la insistencia de Jesús… “dejen que los niños vengan a Mi”
A veces pienso que estos últimos años en la renovación hemos estado preocupados por oír profecías portentosas, ruidosas. Y en la noche del “Patio de María” asistíamos a una de las profecías más bellas y simple, “miren lo bueno, y no lo malo”.´ ¿Qué otra cosa podíamos esperar? Acaso podía ser de otro modo?, al fin y al cabo ésa noche, estábamos en “el patio de la humilde entre los humildes”, la noche de María.
Y nuestro patio continúo. Sencillo, tranquilo. Como si nada hubiese pasado aunque todos sabíamos que algo grande había acontecido en la simpleza de un patio, en la sencillez de la boca de un niño.
Esas palabras proféticas tienen, como suele decirse, mucha tela para cortar, pero éste no es el sentido de éstas líneas.
Solo quise compartirte una bendición vivida en familia.
Dios habla.
Dios continúa hablándonos.
Lo hace en la boca de aquellos que no lo esperamos.
En la boca de los pequeños, de los sencillos, lo hace como quiere y cuando quiere.
Dios Te Bendiga!
Miguel Angel Yunges
Comunidad Piedras Vivas.
foto: Familias invencibles
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