sábado, 9 de enero de 2016

NECESITAMOS...

NECESITAMOS DE SANACIONES, SEÑALES
Y PRODIGIOS EN LOS DÍAS DE HOY
Parte XXIX

Las señales y prodigios que acontecieron en el inicio de la Iglesia continúan tan necesarios hoy como en aquella época. Los desafíos para la evangelización en nada disminuyeron con el pasar de los siglos.  Existen, en el mundo, millones de personas que nunca oyeron el nombre de Jesús, mucho menos que Él es el Salvador enviado por Dios. ¿Cómo convencer a aquellos que no creen que el Creador se hizo hombre, y que su Espíritu continúa actuando entre nosotros para salvarnos? La única demostración que puede persuadirlos de que ésta es la fe verdadera y llevarlos a la conversión es la manifestación de la fuerza del Espíritu Santo, que realiza milagros y señales extraordinarias. Estas señales que impresionan sobre todo a quien los ve, el Señor jamás dejó de realizarlas, de manera que acontecen aún hoy. La cuestión es que para reconocerlos se necesita tener, aunque no sea fe, al menos apertura de corazón para creer.

Siguen algunos testimonios sobre el Espíritu Santo, que opera maravillas en nuestros días como lo hacía hace dos mil años: En un retiro espiritual en Canción Nueva, en Cachoeira Paulista, estado de San Pablo, aproximadamente 120.000 personas se reunieron para pedir liberación y sanación. Las oraciones eran conducidas por un padre exorcista llamado Rufus (Pereira). Un hombre, que estaba mudo hacía dos años, después de haber recibido la imposición de manos durante un momento de intercesión presentó mejorías significativas y volvió a balbucear algunos sonidos. Cuando es llamado al micrófono, para anunciar delante de la multitud algunas sílabas como testimonio de su mejoría, fue completamente curado, allí, en frente de todos. Su esposa lloraba mientras el mismo narraba de manera maravillosa como Dios lo había liberado y curado.
En la ciudad de Curitiba, una mujer estaba imposibilitada de tener hijos en razón de una dolencia rara. Volvió, un año y medio después, con una hijita en los brazos, para relatar que se había embarazado a pesar de todos las pronósticos contrarios de sus médicos.

En Goiania, en la Parroquia Sagrada Familia, una pequeña de brazos encontró la sanación de un riñón paralizado e irrecuperable durante la oración carismática. Cuentan los padres que el médico, boquiabierto, preguntaba en tono admirado: “Que oración ustedes hicieron?” Esto era un imposible” -pero su hija está curada.- El riñón está funcionando normalmente. Doctor, ¿usted cree en milagros?, preguntó la mamá de la pequeña. “Como no creería si estoy viéndolo!”, le respondió el médico.
Delante de tal declaración, el padre, que todo oía, abandonó inmediatamente su creencia en la reencarnación para poner su fe en Jesús vivo, resucitado, que continúa socorriendo a los que buscan su auxilio.

En todos los lados donde las personas se reúnen con fe en oración, verdaderas maravillas suceden: sanaciones, liberaciones, familias son restauradas, la existencia vuelve a tener sentido y muchos, muchos, testimonian como recuperan la fuerza y el gusto por la vida. Si el hecho de leer estos testimonios nos causa alegría y llena de esperanza, imagina entonces como fue para aquellos que recibieron esas gracias y también para los que estaban presentes y fueron testigos oculares de tamaño bien. Jesús realizó sus milagros curando los dolientes, efectuando exorcismos, convirtiendo los corazones de los que se habían apartado de Dios, salvando a los discípulos en el lago, y ejerciendo obras de generosidad. El se manifestó para destruir las obras del diablo, y se alegra porque las fuerzas del mal son vencidas, y el sufrimiento que masacra al ser humano es derrotado. Jesús es aquel que devuelve la esperanza donde ella no existía más. 

Márcio Mendes
"Dons de Fé e milagres"
Editora Canção Nova
Adaptación del original en português.

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