Bendita sea la mañana que me despierta hablándome de Ti.
Bendito el día y la luz que enciendes sobre Tus hijos,
Bendita la brisa serena que reanima y refresca.
Visítanos con Tu Espíritu Santo,
¡Derrama sobre nosotros ese Divino Tesoro!
Derrámate con poder sobre nuestras mentes y corazones.
Porque sólo Tú eres la esperanza verdadera,
sólo Tú nuestro descanso, nuestra Roca firme.
Tú eres nuestro salvación, mi salvación.
Contigo soy fuerte, Contigo no vacilo;
Confiado me lanzo a cualquier batalla porque Tu ya has vencido,
y en Ti, y Contigo yo también soy vencedor.
Amén!
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