Cuando el Señor declaró: «En verdad, se los digo, uno de ustedes va a entregarme», demostró que penetraba la consciencia de aquél que iba a traicionarlo. No desbarató al malhechor por medio de reproches severos y públicos, sino que buscaba alcanzarlo con una advertencia tierna y discreta: de esta manera el arrepentimiento podría enderezar a aquél que no se detuvo ante ninguna prohibición.
¿Porqué, desgraciado Judas, no aprovechas su grán bondad? mira, el Señor está listo a perdonar tu iniciativa, Cristo no te está denunciando, salvo a ti mismo. Ni tu nombre, ni tu persona han sido indicados pero por esta palabra de verdad y de misericordia, solo el secreto de tu corazón ha sido tocado. Ni el honor de tu título de apóstol, ni la participación al sacramento te han sido negados. Vuelve hacia atrás, abandona tu locura y arrepiéntete. La dulzura está invitándote, la salvación está incitándote, la Vida está llamándote. Mira a tus compañeros puros y sin pecado, están espantados ante la noticia del crimen, y como el autor de este mal no ha sido revelado, todos temen por sí mismos. Están sumergidos en la tristeza, no porque su conciencia los está acusando, pero porque la inconstancia humana les inquieta: temen que lo que cada uno sabe de sí mismo sea menos cierto que lo que la Verdad en persona ve anticipadamente. Y tú, en medio de la angustia de estos santos, estás abusando de la paciencia del Señor, crees que tu audacia te está escondiendo…
Viendo entonces que todo el pensamiento de Justas se quedó enfocado en su miserable proyecto, el Señor le dijo: « Lo que vas a hacer hazlo pronto». Hablando así, no estaba dando una orden, estaba dejándolo actuar: no es la palabra de un hombre que tiembla sino la de un hombre que está listo. Él que tiene a todos los tiempos en su poder muestra que no busca retardar al traidor, y que accede en la voluntad de su Padre para la redención del mundo, sin provocar ni temer el crimen que preparan quienes lo persiguen.
San León Magno (¿-c. 461), papa y doctor de la Iglesia
Sermón 58, séptimo sobre la Pasión, § 3-4; SC 74 bis (Trad. ©Evangelizo.org)
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