«Evita las palabrerías profanas», decía san Pablo a su discípulo Timoteo (2 Tim 2,16).
¡Cuántas conversaciones profanas las confundimos con palabra de Dios! En medio del torbellino de palabras inútiles y puramente humanas que salen de la Iglesia, el mundo ya no percibe la enérgica palabra de Dios y encuentra un buen pretexto para quedarse tranquilo en su incredulidad y en su pecado. Si escuchara la verdadera palabra de Dios, ya no sería tan fácil para el incrédulo escapar diciendo (como hace con frecuencia, después de escuchar nuestras predicaciones): «¡Palabras, palabras, palabras!». La palabra de Dios, leemos en Jeremías, es «como el fuego, como el martillo que deshace la roca» (Jer 23,29).
Fray Reinero Cantalamessa
4ta. predicación de cuaresma
2018
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