Con Jesús, hacia el Padre
De la búsqueda de Dios, principio de nuestra santidad, no podemos encontrar mejor modelo que Cristo Jesús. Pero, dirán ustedes, ¿cómo Cristo puede ser nuestro modelo en ello? ¿Cómo puede “buscar a Dios” ya que él mismo es Dios? Es cierto que Jesús es Dios, “Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero” (Credo de Nicea-Constantinopla), Hijo de Dios vivo, igual al Padre. Pero también es hombre, es auténticamente uno de los nuestros por su naturaleza humana. (…) Vemos a Cristo Jesús, cómo un gigante, lanzarse en su carrera siguiendo la gloria de su Padre, que es su orientación primordial.
Escuchemos cómo, en el Evangelio, nos dice: “Lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió” (Jn 5,30). A los judíos, él prueba que viene de Dios, que su doctrina es divina, porque “el que busca la gloria de aquel que lo envió, ese dice la verdad” (cf. Jn 7,18). Busca tanto la gloria del Padre que no busca su propia gloria (cf. 8,50).Siempre tiene en los labios las palabras: “mi Padre”. Toda su vida es un magnífico eco del grito “¡Abba, Padre!”. Para él, todo consiste en buscar la voluntad y gloria de su Padre. ¡Qué constancia en esta búsqueda! Afirma que nunca la olvida: “Yo hago siempre lo que le agrade” (Jn 8,29). A la hora suprema del último adiós, cuando se va a entregar a la muerte, nos dice que ha llevado a cabo la obra que le encomendó el Padre (cf. Jn 17,4). (…)
Como Dios, Jesús es el término de nuestra búsqueda. Como hombre, es un inefable modelo, ejemplo único del que no debemos nunca desviar la mirada.
Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
Buscar a Dios (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936), trad. sc©evangelizo.org
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