Evangelio según San Juan 14,7-14
Jesús dijo a sus discípulos:
"Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".
Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."
Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."
RESONAR DE LA PALABRA
La oración es tan útil y necesaria que sin ella no podríamos alcanzar ningún bien y es la oración la que nos enseña a hacer bien todas nuestras acciones.
Para saber lo que es la oración hay que escuchar las palabras del rey Ezequías cuando recibió la sentencia de muerte, que después fue revocada por su penitencia. El rey decía: «gritaré como el pollito de la golondrina cuando se queda solo, pues su madre ha ido a buscarle alimento y remedio para su ceguera.» La cría grita, pía, porque está sin su madre y porque no ve. Lo mismo yo, si pierdo la gracia, que es mi madre, y sin tener quien me socorra, clamaré:... y añade «y meditaré como la paloma.» Todos los pájaros tiene la costumbre de abrir el pico cuando cantan y gorjean, menos la paloma, que lanza su cantito o gemido reteniendo la respiración dentro de ella, y reteniendo su aliento sin dejarlo salir, logra emitir su canto.
También la meditación se logra cuando detenemos nuestro entendimiento en un misterio del cual pretendemos sacar buenos afectos, ya que sin esta intención no sería meditación sino estudio. Por tanto, la meditación es para mover los afectos y sobre todo el del amor. La meditación es la madre del amor de Dios y es la mejor oración, en la cual no se nota que se reza; lo que se hace, se lleva a cabo sin saber cómo se hace y sin pensar en lo que se pide. Así se ve que el alma está toda en Dios.
Nos queda por hablar de la causa final de la oración. Hemos de saber que todo ha sido creado para la oración y que cuando Dios creó al ángel y al hombre lo hizo para que le alabasen eternamente en el cielo y esta será la última cosa que haremos, si es que se puede llamar última a algo que es eterno.
Si se construye una iglesia y se nos pregunta por qué la hacemos, diremos que es para retirarnos allí a cantar las alabanzas de Dios, y sin embargo cantarlas será lo último que vamos a hacer.
Francisco de Sales
Sermón (22-03-1615): La oración: estar en Dios
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