«La oración es el alimento de la fe y también su expresión. Es como un grito que sale del corazón del que cree y espera sólo en Dios. Bartimeo nos enseña cómo orar: con humildad y perseverancia, confiando en el Señor y abandonándonos totalmente a su misericordia. La fe es tener las dos manos levantadas, una voz que clama para implorar el don de la salvación. La fe, como hemos visto en Bartimeo, es un grito; la no fe es sofocar ese grito. Esa actitud que tenía la gente para que se callara: no era gente de fe, en cambio, él sí. Sofocar ese grito es una especie de «ley del silencio». La fe es una protesta contra una condición dolorosa de la cual no entendemos la razón; la no fe es limitarse a sufrir una situación a la cual nos hemos adaptado. La fe es la esperanza de ser salvado; la no fe es acostumbrarse al mal que nos oprime y seguir así»Francisco
Audiencia General
06-05-2020
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