Invoquemos al Espíritu Santo
Quienes son conducidos por el Espíritu Santo tienen ideas acertadas. He aquí por qué existen ignorantes que saben más que los eruditos. Cuando alguien está conducido por el Dios de fuerza y de luz, no puede equivocarse. El Espíritu Santo es Luz y Fuerza. Él nos permite distinguir lo verdadero de lo falso y el bien del mal.
El Buen Dios enviándonos al Espíritu Santo se ha comportado con nosotros como un gran rey. Ese rey pediría a su ministro de conducir a un sujeto, diciéndole: “Acompañará a este hombre por todos lados y lo traerá sano y salvo” ¡Es hermoso estar acompañado por el Espíritu Santo! Él es un buen guía.
El Espíritu Santo nos conduce como una madre conduce a su hijo de dos años, como una persona vidente conduce a un ciego. Tenemos que decir cada mañana: “Mi Dios, envíeme su Espíritu Santo que me hará conocer quién soy y quién es Usted…”. Un alma que posee el Espíritu Santo gusta un exquisito sabor en la oración: no pierde jamás la santa Presencia de Dios.
San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Pensamientos del santo cura de Ars (“Pensées choisies du saint Curé d'Ars”, Tequi, 2007), trad. sc©evangelizo.org
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