El Señor trató de preparar a sus discípulos para lo que vendría más tarde: su pasión y su muerte en la cruz. Los discípulos creyeron finalmente que Jesús venía de Dios, pero no podían entender aún todo el mensaje del sufrimiento y la cruz. Jesús les dijo que serían víctimas de malentendidos, contradicciones y rechazo, pero que sin embargo tendrían gozo porque el Padre estaría con ellos. También les anunció que uno lo traicionaría.
El Evangelio de San Juan tiene una forma singular de presentar mensajes de presagio que al mismo tiempo expresan esperanza. La esperanza radica en el hecho de que el Padre está con Jesús y, por eso, Cristo ha vencido al mundo: “Les he dicho estas cosas, para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo” (Juan 16, 33).
¿Cómo ha vencido Cristo al mundo? Por su obra en la cruz. Allí derrotó al pecado, a Satanás y al mundo. Por su pasión, su muerte y su resurrección, Jesús doblegó todos los poderes del mal y la oscuridad. Dios nunca nos obliga a abandonar nuestra libertad, de modo que, pese a la victoria de Cristo, todavía podemos preferir el mal y la oscuridad en nuestras decisiones y relaciones. Pero unidos a Jesús —la unión que comienza con nuestro Bautismo y crece mediante la vida de la fe— también podemos tener la victoria.
Esta es la esperanza de los cristianos: la victoria que nos ha merecido Jesucristo, nuestro Señor. Unidos a él, podemos vencer el temor, el rechazo, la persecución y todas las cosas de este mundo que nos privan de la paz, el gozo y el amor. Al hacer los deberes hogareños, realizar el trabajo diario, contribuir a la iglesia y cumplir las responsabilidades con la familia, las amistades y la comunidad, pidámosle al Espíritu Santo los dones de la fortaleza, la perseverancia y la paciencia. Este don del Espíritu nos permite perseverar en la fe y en el servicio a Dios y al prójimo.
“Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu, y renueva la faz de la Tierra.”
Hechos 19, 1-8
Salmo 68 (67), 2-7
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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