¿Es posible escuchar la voz del Señor? Moisés escuchó la voz de Dios en la zarza ardiente; San José lo escuchó en sueños cuando el ángel le indicó que se casara con María; Santa Faustina escuchó a Jesús en una visión tan clara que pudo indicarle a un artista cómo pintar el cuadro de Jesús Misericordioso.
Estas historias pueden parecernos un tanto fantásticas; pero si lo piensas bien, probablemente ha habido momentos en los que tú también hayas experimentado la presencia de Dios y percibido que él tenía un mensaje para ti. Estas percepciones, aunque pasajeras, demuestran que todos tenemos instintos espirituales y que es posible cultivar esos instintos.
Tal vez lo entendamos mejor si pensamos en los instintos humanos. Por ejemplo, una madre puede estar en la guardería infantil donde muchos niños lloran, pero cuando su bebé empieza a llorar, reconoce inmediatamente la voz de su hijo y al punto acude a verlo. Un futbolista sabe cómo controlar su mejor pierna y cómo darle a la pelota para marcar el gol. Con suficiente práctica, estas reacciones se tornan automáticas y así se llega a un nivel en el que se puede responder en forma instintiva. Así también, con práctica y experiencia, es posible perfeccionar los sentidos espirituales para percibir la presencia del Señor.
Te invito hoy, hermano, a que practiques la escucha al Señor durante el día y seguramente te sorprenderás al ver que él siempre está disponible. De hecho, hacer oración y leer a menudo la Palabra de Dios es una buena preparación para reconocer la presencia de Cristo en aquellos con quienes conversas y en la vastedad y hermosura de la creación. Gradualmente, ya no te preguntarás si Dios te habla, sino cómo te habla y qué te dice.
Así que, pon oído a la voz de Dios en el niño que llora pidiendo atención; trata de escuchar cuando el Señor te susurre lo que quiere que le digas a un amigo enfermo; escucha sus palabras de ánimo cuando las cosas te salen bien o mal en la vida cotidiana. Y recuerda: hasta los mejores futbolistas fallan el tiro al arco alguna vez.
Mientras más lo practiques, mejor reconocerás lo que hace el Señor en ti; mientras más tiempo pases con él, más vivos estarán tus instintos espirituales.
“Señor Jesús, gracias por hablarme, enséñame a escucharte mejor, te lo ruego.”
Hechos 11, 1-18
Salmo 42 (41), 2-3; 43 (42), 3-4
fuente devocionario Católico La Palabra con nosotros
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