Has sido mi descanso en la noche, y serás mi descanso en el día;
Gracias porque nunca te marchas,
y sin siquiera pedirlo, te haces presente.
Gracias por Tu capacidad de Amar, de Consolar,
de Confortar, de llenar con Tu Mansedumbre lo más profundo de mi ser.
Gracias por conducirme a la Verdad,
por ser mi Cielo, por curar mis heridas,
por romper mis sorderas y hacer caer las escamas de mis ojos.
Gracias por Tu Amor Personal, eterno y cariñoso,
Derrama sobre Tu Iglesia, sobre los que confiados esperamos tus mejores regalos,
tus dones y tus carismas,
los que edifican, los que construyen sobre la derruido;
los que restauran, los que dan crecimiento.
¡Amén!
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