No hay nada más valioso en este mundo, para el cristiano, que su salvación.
El primer y más importante deber del creyente, en esta vida, es procurar la salvación de su alma. No hay nada más valioso en este mundo, para él, que la salvación del alma, de acuerdo a lo que dice el Señor: “Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” (Marcos 8, 36-37).
(Traducido de: Învățătura de credință ortodoxă, Editura Doxologia, 2009, p. 7)
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