Imitación de Cristo, tratado espiritual del siglo XV
Libro II, c. 2 y 3 (trad. cfr. Breviario, martes, III semana de Adviento)
"¿No adviertes la viga que está en tu ojo?"
Cuando un hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca a los otros y sin dificultad satisface a los que lo odian.
Dios defiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombre humilde se inclina; al humilde concede gracia, y después de su abatimiento lo levanta a gran honra.
Al humilde descubre sus secretos y lo atrae dulcemente a sí y lo convida.
El humilde, recibida la afrenta, está en paz, porque está en Dios y no en el mundo. (…)
Ponte primero a ti en paz, y después podrás apaciguar a los otros.
El hombre pacífico aprovecha más que el muy letrado.
El hombre apasionado aun el bien convierte en mal, y de ligero cree lo malo.
El hombre bueno y pacífico todas las cosas echa a buena parte.
El que está en buena paz de ninguno sospecha.
El descontento y alterado, con diversas sospechas se atormenta; ni él sosiega ni deja descansar a los otros. Dice muchas veces lo que no debiera, y deja de hacer lo que más le convendría.
Piensa lo que otros deben hacer, y deja él sus obligaciones.
Ten, pues, primero celo contigo, y después podrás tener buen celo con el prójimo.
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