La Cruz es la llave del Paraíso, porque destruye nuestro amor propio, origen del todo mal en el mundo.
Lo que Dios quiere para nuestra vida es que nos hagamos, cada día que pasa, un poco menos egoístas, asumiendo Su pasión, tomando nuestra cruz y siguiéndole. Para nosotros, la Cruz es la espada que mata nuestro "yo" pecador, ése que nos aparta de la comunión con Dios.
La Cruz deviene, así, en llave del Paraíso, porque destruye nuestro amor propio, origen del todo mal en el mundo. La Cruz de Cristo fue el amor de Dios por la humanidad. Él no se defendió, sino que se mostró preparado para morir, para que nosotros pudiéramos vivir. Y Su amor evidenció ser más fuerte que la muerte, hasta el final.
(Traducido de: Arhimandrit Zaharia Zaharou, Merinde pentru monahi, Editura Nicodim Caligraful, Putna, 2013, p. 128)
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