domingo, 26 de mayo de 2013

Delante de los problemas no te desesperes


“No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí” (San Juan 14,1).

¡Este pasaje es una orden para nosotros! Existen personas que se preguntan: “¿Como Dios me pide que mi corazón no se perturbe?” Entonces, ya empecemos por dar una orden a nuestro corazón: “No te perturbes corazón, aún delante de los problemas”.
El Padre no quiere que tengamos un corazón enfermo, por eso nos manda a que no nos perturbemos. Por desgracia, la tendencia de nuestros corazones es dejarse incomodar.
Quiero meditar con ustedes un pasaje: Además, sabemos que todas las cosas ayudan para el bien de aquellos que aman a Dios, de aquellos que son llamados, según sus propósitos”.
Mis hermanos, nosotros somos llamados por Dios. Nosotros no lo merecíamos, porque muchas cosas que hacemos no nos hacen merecedores de tal mérito, sin embargo somos los elegidos de Dios. Todo concurre para el bien de aquellos que aman a Dios.
San Pablo nos va decir: “¿Que diremos después de eso? ¿Si Dios es por nosotros, quien va a ser contra nosotros? Aquel que no reservó Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros; ¿Cómo no nos va dar también con Él todas las cosas? ¿Quién podrás acusar a los elegidos de Dios? Es el propio Señor el que justifica”. San Pablo continua: “Pero en todas estas cosas, somos más que vencedores por la virtud de aquel que nos amó”.
Quiero entrar con ustedes en una base fundamental para lo que estamos meditando. Está en el libro del Eclesiástico Capítulo 30, 21: No te dejes llevar por la tristeza, no te atormentes con tus pensamientos. Un corazón alegre es la vida del hombre, y la felicidad le alargar la vida La alegría del alma, la alegría del corazón es la vida del ser humano.
Todos queremos vivir mucho tiempo. ¡Y es bueno que queramos eso! ¡Tú, que eres, madre, cuántas preocupaciones enfrentas todos los días! Desgraciadamente, los brasileños somos muy emotivos, nos dejamos envolver por las emociones, por eso, las preocupaciones también nos envuelven. La preocupación es “pre-ocuparse” de alguna cosa, sufrir antes del tiempo.
Lo malo es que, con esto, vamos perdiendo fuerzas. Podemos comparar esta situación con una manguera que usamos para lavar el patio la cual, si está con agujereada, va perdiendo presión, porque está perdiendo agua en el medio del camino. Dios no quiere que tu corazón este enfermo. Él quiere verte sano, bien. Debemos concentrar nuestras fuerzas para la hora en que tenemos que usarlas, como la serpiente que se concentra y, en la hora correcta, se lanza.
Por supuesto, que tú no quieres ser una serpiente, pero necesitas actuar como ella, utilizar tus fuerzas en la hora exacta. Cuando la palabra dice: No entregues tu alma a la tristeza, el Señor está diciendo: “No entregues tu alma al resentimiento”. Una cosa es sentir, otra es resentir. La persona herida es triste, fácilmente el resentimiento genera en ella rencor. El resentimiento y el odio ya mataron mucha gente y va matar muchas más si seguimos resentidos. El gran remedio para el mal del resentimiento es el perdón. Dios da la gracia para perdonar, pero todo comienza por nosotros. Tenemos que querer.
¡El Señor está cerca! No es para que estemos preocupados, desesperados; al contrario, la Biblia nos enseña a presentar a Dios nuestras preocupaciones. No te quedes rumiando estas maldades dentro de ti. Es más, te digo: Manifiesta tus emociones a Dios en tu oración. Así podrás liberarte y la gracia caerá sobre ti”.
¡Hoy, el Señor nos da esta receta maravillosa! En todas las situaciones, pase lo que pase, siempre presenta a Él todas tus preocupaciones. Tú no vas ser atormentado, al contrario, estarás rodeado por la paz de Dios. Madres, sus hijos necesitan mucho que sean así.
Traducción: Thaís Rufino de Azevedo (@thais-rufino)
Fuente: www.cancaonova.com

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