lunes, 13 de mayo de 2013

¡Enséñanos a orar! - Novena Pentecostés - 4to. día


4to. Día:
¡Enséñanos a orar!
Vamos a empezar nuestra novena rezando la Secuencia.

San Pablo, en la Carta a los Romanos dice que a veces no sabemos cómo rezar ni qué pedir, pero en ese momento, tenemos que invocar al Espíritu para que Él nos ayude e ilumine para que nuestra oración sea clara, liberadora, nos dé paz y consuelo.
Jesús rezó siempre al Padre. En todo momento aprovechaba para hablar con él. La noche de la última cena, después de hablar con los amigos, también se puso a rezar y en un momento les enseñó algo muy bueno a sus discípulos.

Escuchemos del Evangelio de Juan:
“Yo les voy a rezar al Padre y Él les va a mandar al Espíritu Santo. El Espíritu de la verdad. Él vendrá a ustedes y les recordará todo lo que yo les dije y les enseñará cosas buenas. No los voy a dejar solos, rogaré al Padre y Él les enviará otro defensor, el Espíritu Santo”.
Palabra del Señor.

¡Cuántas cosas dice Jesús! Y todas tienen que ver con la oración.
- Él mismo está rezando y nos enseña que es necesario hacerlo siempre.
- La oración está llena de buenos sentimientos. Como debe ser siempre.
- Nos enseña a pedir al Espíritu Santo. ¡Claro! Para que nuestra oración sea pura, sana, lúcida y pidamos o deseemos lo mejor para nosotros y los demás.
- Nos dice que el Espíritu viene a defendernos. ¿De qué? De las acechanzas del maligno que nos puede tentar con malas intenciones, malos deseos, incluso a la hora de rezar.

Por eso es tan importante invocar al Espíritu Santo cada vez que rezamos, para hablar con el Señor de la mejor manera posible y también saber hacer silencio para escucharlo.

Movidos por el Espíritu le rezamos al Padre como enseñó Jesús…¡Padre Nuestro...
Y también a María que siempre fue dócil al Espíritu Santo le pedimos que la imitemos… Dios te Salve


Oración Final:

Ven Espíritu Santo luz y gozo
amor que en tus incendios nos abrazas,
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu alabanza.
En sus fatigas diarias sé descanso,
en su lucha tenaz, vigor y gracia;
haz germinar la caridad del Padre
que engendra flores y que quema zarzas.
¡Ven amor que iluminas el camino!
Compañero divino de las almas
¡ven con tu viento a sacudir el mundo
y abrir nuevos senderos de esperanza!
Amén

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