jueves, 16 de mayo de 2013

¡Espera con nosotros Madre de Dios! - Novena Pentecostés - Día 8º

8vo. Día:
¡Espera con nosotros Madre de Dios!
Rezamos la secuencia para empezar nuestra novena.

El Papa Pablo VI decía que la Virgen era la esposa del Espíritu Santo, ya que cada vez que ellos se encontraban generaban vida y hacían algo maravilloso. La primera vez que se encontraron, la Virgen concibió a Jesús. La segunda vez, nació la Iglesia. Esta parábola del papa tiene todo su sentido cuando uno piensa que la Virgen fue bien dócil a la acción del Espíritu. Siempre tuvo su corazón dispuesto a la voluntad de Dios y siempre dijo que sí a lo que el Señor le proponía, incluso cuando no entendía muy bien lo que le pedía.

Veamos cómo el ángel Gabriel ya le anunciaba a María la presencia del Espíritu en su vida, para llenarla de la vida de Dios que ella después entregaría al mundo al darnos nada menos que a Jesús.


Del Evangelio de Lucas:
“El ángel dijo a María: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder de Dios te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será santo y se lo llamará hijo de Dios. María respondió: yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”.
Palabra del Señor.

Tenía razón Pablo VI. El ángel le ofrece a María lo que Dios había pensado para ella y le dice que sí. Todo lo demás lo hará el Espíritu Santo. Cuántas veces Dios nos manifiesta su voluntad y nosotros miramos para otro lado, o buscamos excusas, o respondemos a medias y no dejamos que el Espíritu nos ilumine y ayude. Veamos algunos ejemplos de reacciones nuestras para ver si somos dóciles a lo que Dios nos pide o si somos haraganes y rebeldes por no aflojar en nuestra vanidad:
- Cuando alguien nos ofende y espera que lo perdonemos…
- Cuando ofendemos a otros y esperan que pidamos perdón…
- Cuando somos conscientes que alguien nos necesita y necesita nuestro tiempo…
- Cuando la necesidad del otro pasa por lo material y recurre a nosotros…
- Cuando es el mismo Señor el que espera nuestro tiempo y presencia en Misa, oración, o alguna forma de encontrarnos con Él…
- Cuando estamos en grupos y se habla mal de quien está ausente…
Y debe haber muchas formas más de responder a la voluntad de Dios. Tenemos que elegir si hacemos lo mismo que María, o nos quedamos en nuestras buenas intenciones pero que no se cumplen porque anteponemos el egoísmo, el rencor, la pereza.

Por eso ahora vamos a responder a la palabra que escuchamos hoy diciendo como María: 
QUE SE HAGA TU VOLUNTAD.
- En aquellas situaciones felices que nos causan mucha alegría…
- En los momentos difíciles y tristes que nos tocan vivir a veces…
- En aquellas situaciones donde no vemos muy clara tu presencia, igual decimos…
- Cuando podemos estar con las personas que más queremos y disfrutar de ellas…
- Cuando el encuentro es con gente que no nos cae tan bien y tenemos que ser amables…
- Cuando alguien nos habla mal de otro y nos hace cómplice de su chisme

Rezamos la oración que Jesús nos enseñó a decirle al Padre:
que se haga su voluntad. Decimos Padrenuestro…

Y con María también vamos a rezar ya que ella es el mejor ejemplo de docilidad al Espíritu santo para cumplir la voluntad de Dios: Dios te salve María…


Oración final:
Virgen María que estuviste con los amigos de Jesús
esperando al Espíritu,
tú que perseveraste con ellos en la oración para recibir
la fuerza del Espíritu,
tú que rezaste para que ellos sean valientes testigos de Jesús
en medio del mundo.
Hoy te pedimos que reces por nosotros
para que también el Espíritu nos haga misioneros
y testigos de Jesús.
Hoy Jesús quiere contar con nosotros
para enviarnos a anunciar la buena nueva
por eso nos elige y nos llama libremente para cumplir nuestra misión
Acompáñanos tú también cuando sintamos el llamado,
para decir que sí
acompáñanos en la tarea para que con ayuda del Espíritu
seamos fieles a la misión.
Implora sobre el mundo la paz y el amor de Dios
por medio del Espíritu,
implora sobre la Iglesia toda, los dones del Espíritu
para hacer presente a Jesús,
implora la presencia del Espíritu en nuestra parroquia para hacerla unida y misionera,
implora el Espíritu sobre todos nosotros,
para que convierta nuestro corazón al amor de Jesús.
Amén.

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