Extractos del Diario de Santa Maria Faustina Kowalska
Después de la muerte de Santa Faustina, el 5 de octubre de 1938, la devoción a la Divina Misericordia se ha propagado por todo el mundo como “un incendio”, aunque con dificultades. La confianza a la Divina Misericordia fue transmitida a los Estados Unidos por el padre José Jarzebowski, de la Congregación de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.
En vista de que estamos en el Año de la Misericordia, proclamado por el Papa Francisco, nos ha parecido conveniente citar algunos pasajes selectos del Diario de Santa Faustina.
La imagen de Jesús Misericordioso. El esbozo de la imagen le fue revelado a Sor Faustina en la visión del 22 de febrero de 1931 en su celda del convento de Plock (en Polonia). “Al anochecer, estando yo en mi celda – escribe en el Diario – vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. ( …) Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en ti confío (Diario 47). Quiero que esta imagen (…) sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia (Diario, 49).
Los elementos más característicos de esta imagen de Cristo son los rayos. El Señor Jesús, preguntado por lo que significaban, explicó: El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas (….). Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos (Diario, 299). Purifican el alma los sacramentos del Bautismo y de la Penitencia, mientras que la alimenta plenamente la Eucaristía. Entonces, ambos rayos significan los sacramentos y todas las gracias del Espíritu Santo, cuyo símbolo bíblico es el agua, y también la nueva alianza de Dios con el hombre contraída en la Sangre de Cristo.
La Fiesta de la Misericordia. El Señor Jesús habló por primera vez del establecimiento de esta Fiesta en Plock en 1931, cuando comunicó a Sor Faustina su deseo de que pintara la imagen: Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia (Diario, 49).
La fiesta no es solamente un día de adoración especial a Dios en el misterio de la misericordia, sino también el tiempo en que Dios colma de gracias a todas las personas. Deseo —dijo el Señor Jesús— que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores (Diario, 699). Las almas mueren a pesar de mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de mi misericordia. Si no adoran mi misericordia, morirán para siempre (Diario, 965).
La coronilla a la Divina Misericordia. El Señor Jesús dictó esta oración a Sor Faustina entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna, como una oración para aplacar la ira divina (véase el Diario, 474-476). Las personas que rezan esta coronilla ofrecen a Dios Padre “el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad” de Jesucristo como propiciación por sus pecados, los pecados de sus familiares y los del mundo entero. Al unirse al sacrificio de Jesús, apelan a este amor con el que Dios Padre ama a Su Hijo y él a todas las personas.
“Por el rezo de esta coronilla —dijo Jesús en otra ocasión— Me acercas la humanidad (Diario, 929). A las almas que recen esta coronilla, mi misericordia las envolverá (…) de vida y especialmente a la hora de la muerte” (Diario, 754).
La Hora de la Misericordia. En octubre de 1937… el Señor Jesús encomendó adorar la hora de su muerte: Cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete en mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y, especialmente, para los pobres pecadores, ya que en ese momento, se abrió de par en par para cada alma (Diario, 1572).
El Señor Jesús definió bastante claramente los propios modos de orar de esta forma de culto a la Divina Misericordia. En esa hora —dijo a Sor Faustina— procura rezar el Vía Crucis, en cuanto te lo permitan tus deberes; y si no puedes rezar el Vía Crucis, por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a mi Corazón que está lleno de misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante” (Diario, 1572).
Una oración de Sor Faustina. Oh, mi Jesús, tú eres la vida de mi vida. Tú sabes bien que lo único que deseo es la gloria de tu nombre y que las almas conozcan tu bondad. ¿Por qué las almas te evitan, oh Jesús? No lo entiendo. Oh, si pudiera dividir mi corazón en partículas mínimas y ofrecerte, oh Jesús, cada partícula como un corazón entero para compensarte, aunque parcialmente, por los corazones que no te aman. Te amo, Jesús, con cada gota de mi sangre y la derramaría voluntariamente por ti para darte la prueba de mi amor sincero. Oh Dios, cuanto más te conozco, tanto menos te puedo entender, pero esa incapacidad de comprenderte me permite conocer lo grande que eres, oh Dios. Y esa incapacidad de comprenderte incendia mi corazón hacia ti como una nueva llama, oh Señor. Desde el momento en que me permitiste, oh Jesús, sumergir la mirada de mi alma en ti, descanso y no deseo nada más. He encontrado mi destino en el momento en que mi alma se sumergió en ti, en el único objeto de mi amor. Todo es nada en comparación contigo. (Diario, 57)
Extractos tomados y adaptados del Diario de Santa Faustina Kowalska publicado por los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción, de Stockbridge, MA, Estados Unidos. Versión en línea.
fuente DEVOCIONARIO CATÓLICO LA PALABRA CON NOSOTROS
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