(Leer Daniel 9, 4-23)
Bendito seas, Señor Dios,
Bendito seas oh Dios de nuestros padres.
Alabado y glorificado sea Tu Santo Nombre.
Me pongo en Tu presencia,
con toda mi casa, mi familia, mis hijos y Tu pueblo.
Hemos andado en pecado, por eso, me inclino delante de Ti ahora.
Y con la autoridad espiritual dada por Ti, como intercesora de mi casa,
pido perdón por los pecados de ellos y también los míos.
Y junto a mi oración, a la oración de tu siervo Daniel,
que cuando comenzó a interceder por su pueblo pecado,
cautivo en Babilonia, recibió la visita de un ángel, enviado por Ti.
Cometimos iniquidades, Señor.
Estamos cautivos de situaciones y sentimientos como falta de paciencia,
juzgamientos, acusaciones, tristezas, abandono, agresividad, sentimientos negativos, unos contra otros, incluso con personas de nuestras relaciones más cercanas.
Nos hemos apartado de Ti, no andando en Tus caminos y no practicando Tus Mandamientos, dejando nuestros corazones cautivos del mundo.
Como Daniel clamo Tu perdón para su pueblo, diciendo, ¡Señor, escucha! ¡Señor perdona! ¡Señor actúa! Hoy yo clamo Tu Misericordia, que es Tu Hijo Jesús! Pues a través de esa alianza que hiciste conmigo y mi familia, entregándolo para morir por nuestros pecados, por mi casa, por mi familia y mis hijos los pecados están perdonados por el Poder de esa Sangre derramada.
Haz brillar Tu Faz sobre todo lo nuestro.
Hoy clavo en la Cruz todos los pecados de mi familia y los míos y sello en nuestras vidas la Victoria del Calvario que por Su Misericordia nos libera hasta los días de hoy.
En Nombre de Jesús!
Amén!
Autora: Nilza Helena Cosmo Catelan
Mães que Oram pelos Filhos
adaptación del original en português
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