“Por el bautismo somos miembros del Cuerpo de Cristo y, como tales, durante la Cuaresma seguimos a Jesús en su ascensión a Jerusalén para ser purificados por la participación en su sacrificio que se renueva en el Triduo Pascual. Renovaremos así la Alianza nueva y eterna, una alianza que ha hecho de cada uno de nosotros un arca mucho más santa que la del Templo de Jerusalén, pues por ella llevamos en nuestros corazones la Ley de Dios escrita con el fuego del Espíritu Santo”
P. José María Prats
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