LA EXCELENCIA DE LUCIFER
Algunos pasajes de la Biblia hacen alusión a este momento de la caída de Satanás, que por libre opción se apartó del camino correcto.
Diversos escritos nos hablan de un Ángel que tenía el nombre de Lucifer, nombre que significa “estrella de la mañana”. Es un nombre extra bíblico, o sea, que en un momento aparece en las Sagradas Escrituras. Algunos dicen que el nombre Lucifer significa “portador de luz”, pero el Padre José Fortea, exorcista y teólogo especializado en Demonología, afirma que la traducción correcta es “estrella de la mañana”, ya que en Latín la palabra era Luciferarius. (cfr. Fortea, Suma Demoníaca p. 31)
Había en este Ángel una belleza, una luz, una fuerza del propio Dios que lo llenaba con Su gracia.
Algunos teólogos dicen que Lucifer fue “el primogénito de los creados por Dios, modelado por Sus propias manos”.
Ciertamente era el Ángel más inteligente de todos; fue agraciado más que cualquier otro Ángel creado por Dios, le fue dada la mayor inteligencia, el mayor poder, la autoridad, el esplendor. Lucifer tenía una gran comprensión de quien era Dios. Lucifer conocía a Dios como ningún otro Lo conocía.
Es interesante entender la figura de Lucifer delante de los otros Ángeles, para realmente entender lo que sucedió con él, y como fue que tantos Ángeles lo siguieron cuando este pecó y se apartó de Dios.
Lucifer era una figura grandiosa en el Cielo, realmente portador de la Luz Divina, y como conocía mejor a Dios que cualquier otro -aún cuando fuese limitado su conocimiento- era superior a todos los Ángeles en el Cielo.
Esta grandiosidad de Lucifer ciertamente hacía que los otros Ángeles le admirasen.
Es importante recordar que cuando se estudia Angelología, es dicho que los Ángeles en cuanto a su naturaleza son iguales, puramente espirituales, o sea, son espíritus. Y el Catecismo afirma que son seres personales, “dotados de inteligencia y voluntad”. (CIC 330). Eso significa que no todos tienen la misma inteligencia, ni todos tienen la misma voluntad, y ni todos amaban a Dios de la misma manera.
Por ser estos seres personales y diferentes unos de otros, y por Lucifer estar por encima de todos ellos en grandeza en el Cielo, ciertamente eso traía consigo la admiración de los otros Ángeles. Y eso no era algo negativo, pues en Lucifer habitaba realmente la belleza de Dios; no había nada de malo en el hecho de que los otros Ángeles admirasen tamaño esplendor, y ni aún el mismo Lucifer que era el mayor de todos, pues Dios estaba ordenado como el centro de todas las cosas; luego, no había sentimientos corrompidos entre ellos.
Pero la libertad y la voluntad también fueron dadas a Lucifer, y el mismos se percibía mayor que todos los otros Ángeles. Lucifer sabía que su relación con Dios era diferente, profunda, personal, más especial que la de los otros… Ciertamente, el percibió que muchos otros Ángeles lo oían cuando el les compartía su entendimiento, su sabiduría, y lo admiraban por eso.
Pero delante de esta grandeza, cada Ángel, inclusive Lucifer, necesitó pasar por una prueba. Esta prueba consistía exactamente en la cuestión de la libertad dada a cada uno, en la decisión personal de cada uno de ellos, en permanecer fiel a la voluntad de Dios.
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Danilo Gesualdo
Libro: "Libres de todo mal" - Editora Cancao Nova
adaptación del original en portugues
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