jueves, 15 de marzo de 2018

Meditación: Juan 5, 31-47

Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas la vida eterna.
Juan 5, 39


¿Alguna vez has tomado la Biblia y leído un pasaje, para luego preguntarte qué sería lo que Dios estaba tratando de decirte? Es posible que hayas pensado que el pasaje no era para ti, así que has dejado de lado la Biblia y has continuado con tu rutina diaria, pero en realidad, en algún lugar del corazón te ha parecido que Dios sí quería decirte algo, aunque simplemente no puedes decir exactamente qué era.

Los católicos creemos que la Biblia no es solamente un documento histórico o un conjunto de normas y directrices para la vida humana. No, la Biblia es la Palabra viva de Dios, iluminada con la inspiración del Espíritu Santo para toda la Iglesia y para cada persona que reflexione sobre sus mensajes. En resumen, Dios quiere revelarse a sus hijos a través de la Escritura. Pero como todo en la vida cristiana, la Escritura no produce un efecto como “por arte de magia”. Es preciso pedir la iluminación del Espíritu cuando uno lee la Biblia y hacerlo con frecuencia, lo cual demanda un poco de tiempo, atención y perseverancia.

Las siguientes sugerencias te pueden ayudar a cooperar con el Espíritu. Procura ponerlas en práctica en los próximos días y ve qué sucede.

• Selecciona uno o dos versículos de la Escritura y pídele al Espíritu Santo que ilumine tu mente para entender su significado.

• Léelo lentamente un par de veces, deteniéndote en las palabras o frases que te lleguen al corazón.

• Piensa que estás presente allí en la escena que lees. También, si viene al caso, piensa que Jesús, María, Pablo u otra persona te habla directamente en lo que lees. ¿Qué es lo que te dice?

• Fíjate si hay palabras o imágenes determinadas que te interpelan. Esto puede ser que Dios te esté hablando, especialmente si las imágenes y pensamientos te llevan más cerca de Cristo, te llenan de esperanza o te inspiran a amar y perdonar.

• Escribe lo que te parezca que Dios te está diciendo, y termina con una oración de acción de gracias.

Dios siempre quiere revelarse a nosotros en las Escrituras y mediante una tranquila reflexión podemos aprender a escuchar su voz.
“Espíritu Santo, tranquiliza mi corazón. Ayúdame, Señor, a leer la Escritura con nuevos ojos y deja que la revelación penetre en mi vida y me llene de paz.”
Éxodo 32, 7-14
Salmo 106(105), 19-23
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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