viernes, 16 de marzo de 2018

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30.

Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30. 
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Chozas, Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar? ¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es". Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió". Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora. 

RESONAR DE LA PALABRA

¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!

Transponer las apariencias y llegar a conocer la verdadera realidad de las personas es tarea nada fácil. Cuando nos dejamos arrastrar por informaciones falsas e incompletas, las conocidas fake news, prejuicios y malentendidos acerca de alguien, estamos poniendo obstáculos al conocimiento de una persona. Esto fue lo que ha pasado con algunos contemporáneos de Jesús. “¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene” (Jn 7,25-27). Cerrados en sus planteamientos religiosos no pudieron abrirse a la novedad que Jesús trajo a su pueblo.

A nosotros también puede nos pasar lo mismo: acostumbrados a la imagen que hemos construido de Jesús a lo largo de nuestra vida, podemos caer en la tentación de profesar la fe con los labios, pero no con la vida. La cuaresma es tiempo de superar las imágenes falsas de Jesús que nos satisfacen, pero impiden la verdadera conversión. No es Él quien tiene que convertirse a nuestras expectativas, somos nosotros los que tenemos que configurar nuestra existencia a su vida, a sus palabras y acciones.

Nos acercamos cada vez más al misterio del Calvario. Hay que tener cuidado para que las celebraciones y expresiones de religiosidad de la Semana Santa que nos recuerdan el sufrimiento de Jesús en su pasión y cruz no sean apenas la conmoción de un recuerdo que nada tiene que ver con nuestro tiempo. Si no nos conmueve el drama de la crisis de los refugiados e inmigrantes que intentan salvar sus vidas a cualquier precio, incluso arriesgando la propia vida, si no nos conmueve la violencia que siega la vida de tantos jóvenes, si no nos conmueve la violencia contra las mujeres, si no nos conmueve la soledad de tantos ancianos abandonados, si no nos conmueve el hambre de tantos niños… es señal que no creemos lo que rezamos en el salmo 33 de la liturgia de hoy: “El Señor está cerca de los atribulados”.

El Señor está cerca de todas estas realidades de sufrimiento y el misterio de su Pasión y Muerte nos revela que Él mismo se identifica con todas estas víctimas. Pidamos al Señor que nos conceda un corazón sensible, que sea capaz de contemplar lo que celebraremos en la Semana Santa mucho más que un recuerdo, que nos ayude a ser verdaderamente compasivos con el sufrimiento de tantas personas que padecen al nuestro alrededor y a confiar que la justicia de Dios, que es mayor que iniquidad de los hombres, sea nuestra bandera por un mundo mejor.

Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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