lunes, 18 de junio de 2018

COMPRENDIENDO LA PALABRA 180618

«Yo les digo que no respondan al malvado»

  «Quien observa toda la ley pero falta en un solo precepto, infringe el conjunto de la Ley» (St 2:10). ¿Cuál es ese único precepto sino el verdadero amor, la caridad perfecta? Es de ella que el apóstol Pablo ha dicho también: «Una sola formula contiene toda la Ley en su plenitud: Amarás a tu prójimo como a ti mismo». 

Pues la verdadera caridad es paciente en la adversidad y moderada en la prosperidad. Es fuerte en el doloroso sufrimiento, alegre en las buenas obras, perfectamente segura en la tentación. La caridad es mansa entre los verdaderos hermanos, y muy paciente entre los falsos. Es inocente en medio de las emboscadas; gime en medio de la maldad; respira en la verdad. Es casta en Susana casada, viuda en Ana, virgen en María (Dn 13, 1s; Lc 2:36). Es humilde en la obediencia de Pedro y libre en la argumentación de Pablo. Es humana en los testimonios de los cristianos, divina en el perdón de Cristo. Pues la verdadera caridad, hermanos muy queridos, es el alma de todas las Escrituras, la fuerza de la profecía, el armazón del conocimiento, el fruto de la fe, la riqueza de los pobres, la vida de los moribundos. Guárdenla entonces fielmente; aprécienla de todo su corazón y de toda la fuerza de su espíritu (Mc 12:30). 


San Cesáreo de Arlés (470-543), monje y obispo 
Sermones al pueblo, n° 23, 4-5, inspirándose de san Agustín (Trad. ©Evangelizo.org)

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