¡Jesús, Buen Pastor, cuídame!
¡Qué tu divino poder, tu sabiduría y bondad, mi Dios, mi dulce amor, me bendigan! ¡Qué me hagan caminar en tu seguimiento con voluntad solícita, renunciar a mí mismo sinceramente y te siga de la manera más perfecta con corazón, espíritu y alma entusiastas. (…)
“Vengan, hijos, escuchen: voy a enseñarles el temor del Señor” (Sal 33,12).
¡Ah Jesús, Buen Pastor, haz que escuche y reconozca tu voz, libérame de lo que me impide ser tuya! ¡Levántame con tus brazos, hazme descansar sobre tu pecho, a mí, tu oveja hecha fecunda por tu Espíritu! Enséñame cómo temerte, muéstrame cómo amarte, dime cómo seguirte. (…)
“Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso” (Sal 90,1).
Protector de mi alma y refugio en la desgracia, defiéndeme en toda tentación, rodéame del escudo de la verdad. Permanece conmigo en todas mis tribulaciones: tú que eres mi esperanza, defiéndeme siempre de los peligros del cuerpo y del alma y protégeme. (…) Amén.
Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)
monja benedictina
Ejercicios IV, (Œuvres spirituelles, Cerf, 1967), trad. sc©evangelizo.org
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