Los maestros de la ley y los fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente y a proponerle muchas cuestiones, tendiéndole trampas."
Con un temblor lleno de alegría, deseo decir algo sobre los sufrimientos que Tú has padecido por mí, Tú que eres el Dios de todos.
Delante del tribunal de Tu criatura,
en una naturaleza como la mía,
Tú no has replicado, oh Tú que das el habla a los hombres;
Tú no has levantado la voz, oh Tú que has creado la lengua;
Tú no has gritado, oh Tú, ante quien tiembla la tierra; (...)
Tú no has increpado a los que Te conducían a los tormentos de la muerte;
Tú no has puesto resistencia cuando te ataron las manos;
y cuando Te abofetearon, Tú no mostraste indignación;
Cuando Te cubrían de salivazos, Tú no proferías injurias;
y cuando Te golpearon, resistías sin desfallecer;
cuando se burlaban de Ti, Tú no montaste en cólera,
y cuando te vapuleaban, Tu rostro se mantenía sereno (Is 50,7). (…)
Lejos de darte un respiro, oh fuente de toda vida,
Te prepararon, para cargártelo, el instrumento de la muerte.
Tú lo recibiste con magnanimidad,
Lo cargaste sobre tus espaldas en silencio,
Lo llevaste con paciencia;
Tú te cargaste, como si fueras un culpable,
el leño del dolor."
San Gregorio de Narek (c. 944-c. 1010)
monje y poeta armenio
El Libro de oración, No. 77; SC 78, p. 414
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