Evangelio según San Lucas 11,1-4
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos".El les dijo entonces: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino;danos cada día nuestro pan cotidiano;perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación".
Queridos hermanos:
Pablo se siente legítimo apóstol de los gentiles. La Iglesia de Jerusalén (Santiago, Juan y Pedro) así se lo han confirmado. Esta es la carta de legitimación de que su predicación es auténtica, frente a las tendencia judaizantes que querían someter a los cristianos gentiles a las prescripciones judías. Pablo pone en evidencia uno de los grandes conflictos que tuvo la Iglesia de los primeros tiempos, y que estuvo a punto de escindir la Iglesia. Al final la unidad se mantuvo, no sin dolor, renuncia y diálogo en la búsqueda de la voluntad de Dios allí donde Dios se nos muestra.
En el evangelio Jesús nos enseña la oración del Padrenuestro. Es la respuesta a la inquietud de sus discípulos por la oración: “Señor, enséñanos a orar”. Es la oración fundamental, es decir la que nos lleva a fondo de nuestra fe, a nuestra experiencia filial. El Padrenuestro es un maravilloso y sencillo mapa para viajar al centro. En la versión de Lucas, nos lleva al centro a través de cuatro peticiones esenciales: el reino, el pan, el perdón, la preservación de la tentación. Jesús ora porque necesita viajar al centro de su experiencia filial, porque necesita respirar el cariño de su Abbá. Jesús es el gran experto del "viaje al centro". Y, desde el centro, se conecta con todos y con todo. Sé que estas expresiones pueden malentenderse en tiempos en que hemos hablado, más bien, de la necesidad de viajar la periferia. No hay contradicción. Aquí el "centro" no significa el ámbito del poder sino el núcleo de la persona, su corazón. Viajar al centro es viajar al santuario de nuestra identidad, en el que descubrimos a Dios, nos descubrimos a nosotros mismos de un modo nuevo, nos vinculamos a los demás en la raíz y nos insertamos en el mundo. Por eso orar es como respirar.
Hoz la Iglesia celebra también la Vírgen del Rosario. Según la tradición, la Virgen del Rosario se apareció a Santo Domingo de Guzmán hacia el año de 1208 y le enseñó a rezar el Rosario. A través del rezo del Santo Rosario, María nos acompaña recorriendo los misterios de la Vida de Jesüs ayudándonos a escuchar y acoger su Palabra en nuestro corazón, como hizo ella desde su Si en respuesta al saludo del Ángel: "He aqui la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra".
CR
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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