El buen temor
El sujeto de nuestro temor, no debe ser lo pequeño del número de elegidos, sino los pecados que nos impiden contarnos entre esos elegidos. No serán condenados porque fueron rechazados, sino porque vivieron mal.(…) Hay que temer, siempre temer, pero con ese temor que produce sabiduría, no con el que lleva a la dejadez o a la desesperación.
Es difícil mantener el espíritu de los hombres en un temperamento cabal. O no temen suficientemente o temen demasiado o temen fuera de propósito. Van hasta la extravagancia de temer que sus males vengan de Dios, que es la fuente de todos sus bienes y que sólo desea salvarlos. Sin embargo es un artículo de fe que Dios quiere salvarnos a todos y que todos podemos salvarnos si queremos.
Vemos la puerta del cielo. Pero si no la viéramos, Dios no tendría lógica si nos mandase entrar. Además, vemos muy bien quien entra por esa puerta y lo que hay que hacer para entrar. ¿Quién querría que no entráramos? ¿Dios o nosotros?
San Claudio de la Colombière (1641-1682)
jesuita
Reflexiones cristianas (Écrits spirituels, Christus n° 9, DDB, 1982).
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