Abrazados por un fuego de amor
Todo lo que hagamos, así fuera el acto más heroico que quebrara las bases del mal en esta tierra, sólo tendrá valor en la medida que esté de acuerdo con la voluntad de la Inmaculada y, a través de ella, con la voluntad de Dios…Es el amor en toda su profundidad (más allá de los sentimientos, aunque eso sea también bello) que debe transformarnos, a través de la Inmaculada, en Dios. Debe consumirnos y con nosotros poner fuego al mundo, destruir y quemar el mal que está en él. Es el fuego del que el Salvador dice: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra” (Lc 12,49).
Consumidos por ese fuego del amor divino, vamos a incendiar el mundo entero. Insisto, no se trata de dulces lágrimas ni de sentimientos sino de voluntad, mismo en medio de la aversión y antipatía. El amor no reposa jamás sino que se propaga como el fuego que quema todo. Nosotros los humanos, debemos tender a ser abrazados por ese fuego del amor y que él inflame a todas las almas que están y estarán en el mundo. Ese es el ideal hacia el que tenemos que tender. Recordemos la palabra de Jesús: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra” (Lc 12,49). Debemos hacer todo lo que podemos, para que este amor se alumbre cada vez más.
San Maximiliano Mª Kolbe (1894-1941)
franciscano, mártir
Conversaciones del 2/1932, 20/6/1937 y 22/10/1938 (Entretiens spirituels inédits, Lethielleux, 1974), trad. sc©evangelizo.org
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