Toda alma puede devenir primera en el Reino
¡Qué bueno es el Señor al llamar todas las naciones a la salvación! (…) No sólo todas las naciones en general, por sus apóstoles y sucesores, ¡también cada hombre en particular, en todo momento, por acción incesante de su gracia divina! No sólo llama a la salvación y al cielo, sino al “primer lugar” en el cielo. Porque usted está sin cesar “a la puerta de cada alma, llamando” con su gracia. Depende de cada alma de aceptar una gracia y serle fiel. Recibirá en seguida una gracia más grande. Luego, verá a la gracia crecer, aumentar a cada momento y tomar pronto un desarrollo inmenso, si el alma es fiel a recibirla continuamente.
Seamos fieles a la gracia, con constancia, a partir del momento que fuere de nuestra vida. Como el grano de mostaza, en poco tiempo, ella será en nosotros un árbol dónde puedan posarse los pájaros del cielo. Por la comunión de santos, la aplicación de sus méritos, el poder de sus oraciones y ejemplos, ¡nuestra vida llevará una gran gloria a Dios y ayudará a la santificación de muchas almas!
¡Oh mi Dios! ¡Qué destino nos ofrece! Toda alma puede devenir un sol, un gran árbol, “la primera en el Reino de Dios”. Toda alma puede recibir torrentes de gracia. Nos ofrece sin cesar todo eso: alcanza que seamos constantemente fieles a la gracia, desde cualquier instante de nuestra vida. ¡Qué el momento presente sea para mí ese feliz instante!
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Salmo 95 (Méditations sur les psaumes, Nouvelle Cité, 2002), trad. sc©evangelizo.org
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