Evangelio según San Lucas 10,25-37
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo"."Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?"."El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".
Queridos hermanos:
Aunque la población en el planeta se acumula cada vez más en las ciudades, hay una conciencia creciente de nuestra dependencia de la tierra, del medio ambiente. Los signos el cambio climático, la sobreexplotación de los recursos, los gases de eecto invernadero, etc son efectos de nuestro maltrato al planeta. En medio de las junglas de cemento y hierro en que se van convirtiendo nuestras ciudades nos damos cuenta de que somos parte de la tierra y de que nuestro propio equilibrio depende del equilibrio de la naturaleza que nos rodea. Abusar de la tierra es abusar de nosotros mismos. Respetar su bienestar es el primer paso para nosotros disfrutar de él. Sus ritmos son nuestros ritmos. Y los productos de la tierra siguen siendo una opción más sana que tanto producto medio artificial, lleno de colorantes, conservantes, anti-oxidantes y no sé cuántas otros ingredientes químicos que le ponen para que parezca lo que no es.
Hoy celebramos una fiesta que tuvo mucho sentido en su momento (cuando el mundo era menos urbano y más rural, más campesino y más ligado a la tierra), que lo ha perdido durante un tiempo (cuando la humanidad ha vivido el sueño de la modernidad, de la industrialización, etc.) y que es posible que hoy lo recupere. Las Témporas de Petición y Acción de Gracias eran una fiesta instituida al final de la cosecha. Terminaban los grandes trabajos del verano y con ellos la recogida del alimento que posibilitaría la supervivencia hasta una nueva cosecha. Aquellos campesinos tenían una clara conciencia de que su cosecha, lo que posibilitaba su vida en definitiva, era fruto de su trabajo pero también y sobre todo don gratuito de Dios . Por eso, se veían casi obligados a volverse a él y dar gracias por los dones recibidos al tiempo que pedir un invierno suave que les permitiese llegar de nuevo al comienzo de otro ciclo.
Hoy es tiempo para darnos cuenta de nuestra conexión básica con la tierra, de intentar vivir una vida más equilibrada, de reconocer que seguimos dependiendo del ritmo de las cosechas. Y, sobre todo, que todo lo que tenemos: el tiempo, las cosechas, la inteligencia, la capacidad de trabajar, la libertad, el amor... todo es don gratuito de Dios. Y que la mejor actitud con que podemos vivir es en acción de gracias y en respeto a todo lo que nos rodea, a la vida en todas sus formas.
CR
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
No hay comentarios:
Publicar un comentario