“Si lo que has cometido te disgusta, eso es un don del Espíritu Santo… Aunque todavía estés suplicando el perdón, a partir del momento en que te desagrada el mal que has cometido, ya estás unido a Dios, puesto que te disgusta lo que a Dios disgusta. Ya sois dos los que están empeñados en vencer tu fiebre: tú y el médico”
San Agustín, Exposición sobre los salmos, 50, 16 CC38, 611.
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