sábado, 27 de febrero de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 270221


“Yo os digo, amad a vuestros enemigos”

Uno de vosotros dirá: "No puedo amar a mis enemigos". En las Escrituras Santas, Dios te dijo que podías hacerlo; ¿y tú, respondes al contrario que no puedes? Reflexiona ahora: ¿a quién debemos creer, a Dios o a ti? Ya que el que es la misma Verdad no puede mentir, que la debilidad humana abandone en lo sucesivo sus excusas fútiles. El que es justo no pudo pedir algo imposible, y el que es misericordioso no condenará a un hombre por lo que no pudo evitar. ¿Por qué pues nuestras evasivas? Nadie sabe mejor lo que podemos hacer que el que nos dio el poder. ¿Tantas hombres, mujeres, niños, jovencitas tan delicadas soportaron por Cristo las llamas, el fuego, la espada y las fieras de modo imperturbable, y nosotros decimos que no podemos sostener los insultos de la gente estúpida?... En efecto, ¿si tan sólo los buenos deben ser amados, qué diremos sobre la conducta de nuestro Dios cuando está escrito: " Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único "? (Jn 3,16) Porque ¿qué había hecho el mundo para que Dios lo amara de esta manera?

Cristo nuestro Señor encontró a todos los hombres no sólo malos, sino también muertos a causa del pecado original; y sin embargo "nos amó y se entregó por nosotros" (Ef. 5,2). Actuando así, amó hasta aquellos que no le amaban, como dice el apóstol Pablo: "Cristo murió por los culpables" (Rm 5,6). Y en su misericordia infinita dio este ejemplo a todo el género humano, diciendo: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11,29).


San Cesáreo de Arlés (470-543)
monje y obispo
Sermones al pueblo, n° 37; SC 243

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