En tus manos, Señor, pongo mi espíritu.
En tus manos vivificantes pongo mi espíritu agotado, extenuado.
En tus manos tranquilizadoras pongo mi espíritu agobiado y tenso.
En tus manos purificadoras pongo mi espíritu
para que me enseñes la santidad de la carne
y la transparencia del alma.
En tus manos confortadoras pongo mi espíritu débil
y vacilante para que pueda confortar a los demás.
En tus manos regeneradoras pongo mi espíritu que querría resucitar.
En tus manos...
En tu fuente quisiera sumergirme por completo
para salir de ella renovado, rutilante de frescor,
de inocencia y de alegría.
En tus manos, Señor, pongo mi espíritu para que seas tú quien hable cuando yo hablo, quien ame a los que yo amo, quien cure a los que yo cuido.
Louis Evely
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