Dios nos muestra que el pecado comienza en nuestro corazón.
En el Evangelio de San Marcos, capítulo 7, 20-23, está escrito:
Luego agregó: «Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro.21 Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,22 los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.23 Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre».
Queridos míos, estén atentos a esta embestida del enemigo, especialmente durante la época del Carnaval, cuando quiere despertar en nosotros el deseo de querer y codiciar todo, corrompernos y provocarnos así una sola herida.
La corrupción viene de las profundidades del infierno y el enemigo es despiadado porque de la codicia somos llevados a la corrupción y la sexualidad desenfrenada. Es precisamente así como el mundo quiere que vivamos, según esta mentalidad, de placer inmediato e intrascendente.
Puede que seamos una parte de la Iglesia y trabajemos por ella, pero aún así estemos viviendo a un ritmo mundano.
Esto debe terminar en nuestras vidas, y realmente debemos decidirnos por vivir la Palabra de Dios.
No miremos el pasado, aunque fuera ayer.
No hemos cambiado, -no podemos cambiar-, el pasado y el Señor está haciendo y produciendo cosas nuevas.
Debemos centrarnos en esto.
Podemos ver en estos días cómo el mismo Espíritu Santo suscita lo nuevo en su Iglesia. Mira estas señales de Dios, de lo contrario viviremos en un eterno pesimismo.
¿Y donde esta el ayer ¿Dónde está el año pasado?
Ya no lo son.
Nuestros ojos deben apuntar hacia adelante, hacia arriba.
Anhela estar y ver el cambio. ¡Si cambias, las cosas cambian!
Tomemos el ejemplo de la cierva, ella no bebe agua sucia, ya que siempre busca agua limpia por delante, la más limpia que puede conseguir.
¡Haz lo mismo, busca las aguas del Señor!
Desde arriba, desde el cielo. No contamines tu interior con "aguas sucias" que ya hayan pasado. A veces, son como “aguas residuales” que ya han pasado, pero, lamentablemente, nos ceñimos a ellas.
No admitas beber más aguas sucias.
Sé como la cierva. Es necesario subir y llegar a las cumbres, y en esta subida sentiremos aún más sed, pero no te permitas beber agua podrida.
¿Y dónde está el agua pura?
En las heridas abiertas de Jesús. ¡Agua del Espíritu, de la Sangre de la redención!
Es triste cuando somos adictos al pesimismo y al pecado, porque así estamos bebiendo "aguas putrefactas".
Anhela, desea estar y ver el cambio.
Si cambias, las cosas cambian.
Déjate cambiar.
El Señor necesita personas que crean y que confíen en lo imposible. Este es el momento de la misericordia como nunca antes lo había sido.
Es un momento privilegiado, porque el Señor es bondadoso y compasivo.
¡Dios los bendiga!
Tu hermano, Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canção Nova
¡Dios los bendiga!
Tu hermano, Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canção Nova
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