¡Dios de mi vida, mi amor!
¿Quién soy, mi Dios, amor de mi corazón? Lamentablemente, te soy disímil. He aquí que soy como una ínfima gotita de tu bondad. Y tú eres el océano lleno de total bondad.
¡Oh amor, amor, abre en mí, tan pequeña, las entrañas de tu bondad! ¡Haz brotar las cataratas de tu benigna paternidad y manar sobre mí los manantiales del gran abismo de tu infinita misericordia! ¡Qué me sumerja en la sima de tu caridad y en el océano de tu misericordiosa bondad! Desaparezca en el diluvio de tu vivo amor, como desaparece una gota de agua de mar en la profundidad de su inmensidad. Muera, muera en el torrente de tu inmensa piedad, como muere la chispa de fuego en el torrente impetuoso de un río.
¡Qué el rocío de tu amor me cubra y la copa de tu amor lleve mi vida! ¡El secreto designio de tu sabio amor obre y cumpla la gloriosa muerte de amor, amor que da la vida! Entonces, perderé mi vida en ti, dónde vives eternamente, oh mi amor, Dios de mi vida. Amén.
Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)
monja benedictina
Ejercicios Espirituales IV (SC 127. Œuvres spirituelles, Cerf, 1967), trad. sc©evangelizo.org
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