Evangelio según San Juan 15,26-27.16,1-4a
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí.Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio.Les he dicho esto para que no se escandalicen.Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios.Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí.Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho.»
Querido amigo/a:
Comenzamos una nueva semana y seguimos en tiempo de Pascua, un periodo más largo que el de Cuaresma pues necesitamos rumiar, tomar conciencia e interiorizar el acontecimiento central de nuestra fe: la Resurrección. Me da la impresión de que la Pascua no la vivimos con la misma intensidad que la Cuaresma, porque quizá nos resulta más fácil sintonizar con el sufrimiento y el dolor y no tanto con el gozo y la alegría. Y a esto precisamente estamos invitados a vivir en este tiempo: la resurrección de Jesucristo es también la nuestra, su gozo y su alegría es su regalo para nosotros.
Los discípulos necesitaron su tiempo de escuela con Jesús para asimilar este misterio que al final transformó radicalmente sus vidas y, cuando lo hicieron, el Maestro ascendió a los cielos, acontecimiento que celebraremos el próximo domingo. Durante esta semana el Evangelio de Juan se hace eco de este anuncio de Jesús: Él se va, pero no nos deja huérfanos; el Defensor, el Espíritu Santo estará siempre con nosotros.
Precisamente este Espíritu es el que impulsa a Timoteo, Pablo y Silas en la primera lectura de hoy a embarcarse rumbo a la provincia romana de Macedonia para anunciar a Jesús resucitado en Filipos, primera ciudad europea que visitan, conquistada por el padre de Alejandro Magno (Filipos) en el año 355 a. C. Allí nadie nunca ha oído hablar de Jesús, pero la fuerza, el coraje y la audacia del Espíritu Santo, lleva a estos misioneros a anunciar a Cristo en la orilla de un río donde Lidia, primera creyente de Europa, acogió el mensaje de salvación con el “corazón abierto”.
Jesús nos promete hoy su Espíritu, el Espíritu de la verdad. Nos estamos solos. Jesús nos dice hoy “desde el principio estáis conmigo”. Este espíritu Defensor, nos cuida, nos protege, nos ayuda a dar testimonio, a no tener miedo, a ser valientes como Timoteo y Pablo, a tener el corazón abierto como Lidia. Hay una condición: hay que estar receptivos y atentos para dejar al Espíritu posarse sobre nosotros, y para ello necesita su espacio en nuestro interior. Pídele hoy al Señor que te ayude a vaciarte de todo aquello que estorba en el trastero de tu corazón para que su Espíritu pueda acampar a sus anchas. ¡Ven Espíritu Divino!
Nuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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