sábado, 18 de mayo de 2024

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 21,20-25


Evangelio según San Juan 21,20-25
Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?".

Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: "Señor, ¿y qué será de este?".

Jesús le respondió: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme".

Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: "El no morirá", sino: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?".

Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.

Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.


RESONAR DE LA PALABRA

Termina el tiempo de Pascua. Mañana ya es Pentecostés. Y empieza otra historia. O continúa. Porque la historia del compromiso de Dios con los hombres comenzó hace mucho. Comenzó cuando todavía no existía ni el primer hombre ni la primera mujer. Comenzó cuando el amor de Dios se materializó en nosotros, cuando nos creó y nos trajo a la vida. Desde entonces Dios ha estado de nuestra parte. A pesar de los pesares, a pesar de todas las que hemos liado. En todo este tiempo, Dios no ha dejado de confiar en nosotros, de apostar por nosotros. Y, por tanto, de abrirnos un futuro de esperanza. No es una ilusión. ¡Quién puede ser más realista sobre lo que somos las personas que el mismo Dios que conoce de primera mano de lo que somos capaces. Lo experimentó en su hijo, asesinado en la cruz precisamente por los que decían ser los representantes suyos, de Dios, en la tierra. Y a pesar de eso sigue creyendo en nosotros. Levantó a la vida a su hijo, lo resucitó. Y en su resurrección nos abrió el camino y la esperanza a todos los demás.

Hoy termina una parte de la historia. Los discípulos, los apóstoles, nos han dado testimonio de primera mano. Ellos vieron y tocaron al que es la fuente de la vida. Fueron Juan o Pablo o Marcos o Mateo o Lucas o Santiago o tantos otros de los que no conocemos el nombre.

Pero su testimonio no se dirige solo a que estemos informados de unos hechos históricos. Ellos nos dan testimonio para que creamos que en esos hechos sobre Jesús descubramos la presencia del Hijo de Dios. Los Evangelios no son libros históricos sino libros de fe. Están escritos para que creamos.

Han sido siete semanas celebrando la Pascua, la Resurrección de Jesús. Y en ella nuestra propia resurrección. Hemos entrado en una nueva vida. Ahora somos conscientes, creemos, que Dios está de nuestro lado, que está comprometido con nosotros. Y que a pesar de ese mal que sabemos que está dentro de nosotros y que de vez en cuando nos domina, Dios está de nuestro lado. Dios cree en nosotros. Y su amor y su misericordia llenan nuestro corazón. Realistas pero llenos de esperanza. Así terminamos de celebrar la Pascua por este año.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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