Evangelio según San Juan 17,11b-19
Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo:"Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad."
Hoy es optativo leer las lecturas del día correspondiente de Pascua o las de la memoria de san Isidro. Pero me van a permitir que haga un comentario sobre este santo un poco “raro” dentro del santoral pero a la vez enormemente popular y conocido en muchísimos pueblos del mundo cristiano. Quizá, me atrevo a decir, porque los cristianos más sencillos lo reconocen como uno de los suyos.
Basta con que echemos una mirada al santoral a lo largo del año para ver que la mayoría de los santos que celebra la liturgia cristiana pertenecen a la jerarquía eclesial (obispos, sacerdotes…) o fueron miembros de congregaciones religiosas tanto masculinas como femeninas. De entre los restantes que no son muchos, la mayoría pertenece a una clase social alta. Y de repente tenemos aquí a Isidro, un agricultor madrileño, un campesino, un hombre que vivía trabajando una tierra que no era suya, que arrendaba y por la que recibía un pago. Eran tiempos duros aquellos en una España en la que la mitad todavía estaba dominada por los musulmanes y la otra mitad por los reinos cristianos. Así que su vida no fue fácil.
Otro dato que hace de san Isidro un santo un poco “raro” es que estaba casado. Volvamos al santoral y se verá con facilidad que la inmensa mayoría de los santos son célibes o vírgenes. No hay muchos que hayan vivido en el matrimonio y que ahí hayan encontrado la santidad. O quizá la iglesia no ha sabido valorar bien a los casados.
Pues así, un poco “raro” es el santo de hoy. También él, hombre casado y, según la tradición, con un hijo. Campesino sin tierras, siervo de un señor que era su dueño, fue del Señor. También por él oró Jesús como dice el evangelio del día: “Padre santo: guárdalos en tu nombre a los que me has dado para que sean uno como nosotros… yo les he dado tu palabra… santifícalos en la verdad.”
Seguro que ha habido y hay muchos santos por el mundo como san Isidro, hombres y mujeres sencillos, pobres, humildes, pero que acogen la palabra y hacen de su vida un testimonio del Evangelio.
Fernando Torres, cmf
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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