"Los demonios conocidos como íncubos y súcubos son demonios que adoptan formas humanas para interactuar sexualmente con hombres y mujeres durante sus sueños. Los íncubos se presentan como hombres atractivos para las mujeres, mientras que los súcubos se manifiestan como mujeres seductoras para los hombres.
Durante la Edad Media en Europa, se creía que los niños nacidos de estas uniones eran brujas o individuos con deformidades genéticas. Sin embargo, en el siglo XXI, esta creencia ha sido descartada. Los demonios, al ser entidades espirituales, no poseen óvulos ni espermatozoides y, por lo tanto, no pueden procrear, ya que carecen de una naturaleza física.
A pesar de esto, algunos demonólogos y exorcistas sostienen la posibilidad de la existencia de estos demonios. Argumentan que, al ser ángeles caídos, pueden materializarse tomando sustancia del aire para manifestarse físicamente ante los humanos. No es que sientan atracción sexual por los humanos, ya que la sexualidad no forma parte de su naturaleza angélica. Su objetivo es causar perturbaciones y tentaciones.
Cuando adoptan formas humanas o animales, lo hacen por un tiempo limitado. Santos reconocidos, como San Alfonso Rodríguez de la Compañía de Jesús, experimentaron apariciones del demonio en forma de una mujer atractiva con el fin de tentarlo contra su voto de castidad.
Si Alfonso tenía visiones celestes, no era privado de las infernales. El demonio se le aparecía bajo las más horrendas formas, y lo tentaba de todos los modos posibles, principalmente contra la virtud de la pureza. Para combatirlo, el hermano lego recurría a la penitencia y a la oración, y sobre todo a la Reina del Cielo y de la Tierra. Dos veces el espíritu infernal lo lanzo de lo alto de la escalera que unía dos pavimentos, y en las dos ocasiones fue amparado por Nuestra Señora.En una violenta tentación de desesperación, llamó a María en su socorro. Nuestra Señora apareció circundada de luz celestial, y los demonios huyeron despavoridos. “Mi hijo Alfonso —le dijo Ella— donde estoy, no tienes nada que temer”.
Los íncubos y súcubos buscan, además de tentar con impurezas, generar desprecio y odio entre los cónyuges, o si se trata de una persona consagrada, llevarla a la inquietud y la desesperación.
Las oraciones de protección que realizamos no están dirigidas específicamente contra un tipo de demonio, como los íncubos o súcubos, sino contra la acción del demonio en general. La consagración a San Miguel Arcángel es una poderosa herramienta celestial para combatir cualquier acción demoníaca en nuestra vida cristiana."
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